Educación
Sentirse vulnerable
Como educadora y como madre, he leído manuales para educar "Niños inquietos", para "Convivir con niños que están dejando de serlo", como "Educar sin gritar". Libros para ayudarles y autoayudarme. Hay días que controlas, que callas cuando tienes que hacerlo y reflexionas con ellos en el momento justo. Y otros días las páginas de esos fantásticos libros se revelan, se mueven a compás del viento, sin que podamos hacer nada por atrapar los sabios consejos. Y te equivocas, y recién perdido el control, sientes lo mal que lo has hecho, aun cuando sabías perfectamente lo que tenías que hacer. Pero un resorte te impele a hacerlo, porque somos hermosamente humanos, porque afortunadamente no manejamos todos los hilos.
La luz va filtrando sus infinitos matices sobre nosotros, y esto nos hace seres fotosensibles, vulnerables a los cambios, no lineales, hombres y mujeres, no libros y a veces casi ni libres.
El futuro adulto tendrá que aprender que el hombre convive durante el día con miles de matices, de sensaciones, de pensamientos que lo sitúan al borde del abismo y de la gloria.
Tendrá que aprender a interpretar los silencios y también los momentos de rotunda crispación.
Al pasar el tiempo, una tarde de domingo como esta, mimetizarán el mismo error heredado generación tras generación, y se sentirán extrañamente vulnerables, hermosamente humanos.
Como educadora y como madre, he leído manuales para educar "Niños inquietos", para "Convivir con niños que están dejando de serlo", como "Educar sin gritar". Libros para ayudarles y autoayudarme. Hay días que controlas, que callas cuando tienes que hacerlo y reflexionas con ellos en el momento justo. Y otros días las páginas de esos fantásticos libros se revelan, se mueven a compás del viento, sin que podamos hacer nada por atrapar los sabios consejos. Y te equivocas, y recién perdido el control, sientes lo mal que lo has hecho, aun cuando sabías perfectamente lo que tenías que hacer. Pero un resorte te impele a hacerlo, porque somos hermosamente humanos, porque afortunadamente no manejamos todos los hilos.
La luz va filtrando sus infinitos matices sobre nosotros, y esto nos hace seres fotosensibles, vulnerables a los cambios, no lineales, hombres y mujeres, no libros y a veces casi ni libres.
El futuro adulto tendrá que aprender que el hombre convive durante el día con miles de matices, de sensaciones, de pensamientos que lo sitúan al borde del abismo y de la gloria.
Tendrá que aprender a interpretar los silencios y también los momentos de rotunda crispación.
Al pasar el tiempo, una tarde de domingo como esta, mimetizarán el mismo error heredado generación tras generación, y se sentirán extrañamente vulnerables, hermosamente humanos.
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